lunes, 14 de julio de 2014

Epicuro para la vida cotidiana (2ª parte)



Epicuro (4) No temas a la muerte y vive con plenitud el presente.


Seguimos con la carta que Epicuro envía a Meneceo. El filósofo le invita a meditar y a habituarse a pensar según los principios epicúreos. Uno de sus temores es el del miedo a morir. El consejo que el maestro le proporciona lo tenéis más abajo. Te recomiendo que pruebes a leerlo cada día con el objetivo de interiorizarlo y que te ayude a no sentirte turbado por el miedo a morir y a vivir con más plenitud el presente. 


Acostúmbrate a pensar que la muerte nada es para nosotros, porque todo bien y todo mal residen en la sensación y  la muerte es privación de la sensación (…) Así pues, el más terrible de los males, la muerte, nada es para nosotros, porque cuando nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando la muerte está presente, entonces ya no somos nosotros (…) El sabio, por el contrario, ni rehúsa la vida ni le teme a la muerte; pues ni el vivir es para él una carga ni considera que es un mal el no vivir”.



Epicuro (5) Hemos de intentar vivir en el presente y no en el futuro.


 Miedo al futuro, a lo que vendrá, a no alcanzar la felicidad.   Pero la felicidad, como ya hemos visto, consiste precisamente en no tener miedo. Depende única y exclusivamente de nosotros mismos, de ser sabios y conseguirla con un estado de ánimo tranquilo y con muy pocos medios.


"El que menos necesita del mañana es el que avanza con más gusto hacia él."

"El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo."

Sin el peso de un pasado que no se puede remediar, ni la opresión de un futuro que se desconoce y a lo mejor nunca tendrá lugar, el hombre libre afirma el presente, lo goza sin más razón que la de vivirlo y ser consciente de eso.

 
Epicuro (6) miedo al dolor 

Epicuro afirma que el mundo en el que vivimos es un espacio que acarrea dolor tanto físico como espiritual. El hombre aspirar a ser feliz y puede conseguirlo satisfaciendo sus deseos que le proporcionarán placer. El placer es el principio y el fin último de la felicidad. Pero no todos los deseos son buenos, sino sólo los necesarios y naturales. Los que nos proporcionan salud, serenidad y alegría de vivir. Los deseos que nos generen insatisfacción, dependencia e infelicidad no son adecuados y hemos de rechazarlos. Nos recomienda que nos acostumbremos a un modo de vida sencillo y sin lujos porque es bueno para la salud, hace al hombre resistente a las constantes exigencias de la vida y nos otorga un estado de ánimo superior en los momentos excepcionales en que disfrutamos de cosas costosas.

Pero es muy importante recordar que el placer es tan efímero y fugaz que fácilmente puede convertirse en dolor. Es necesario, pues, luchar enérgicamente por cada instante de placer  nos proporcione un instante de plenitud.

Esta vez os propongo un ejercicio: deteneos en un momento del día sintiendo de forma plena el instante. Puede ser una velada agradable con unos amigos, un paseo por la playa, el contacto con la naturaleza, el sol sobre tu rostro, una pieza musical que nos deleite…

Mi instante ha sido éste y ¿el vuestro?






2 comentarios:

  1. Al hombre, únicamente por saberse mortal, no le sirve los principios epicúreos para dejar de temer a la muerte

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  2. Muy interesante Cris, muchas gracias!

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