EPICURO
(1) Disfrutar con intensidad de las pequeñas cosas
Epicuro es un filósofo que nació
en el año 342 a. C. en la isla de Samos y que fundó en Atenas el llamado
“Jardín” de Epicuro. Una comunidad de amigos formada por hombres, mujeres,
esclavos y ancianos que acudían al Jardín a escuchar al maestro y a dialogar
con él para descubrir en qué consistía la felicidad y en busca de un espacio de
paz y de sosiego frente a una situación de crisis económico-social y moral.
Salvando las distancias, se encontraban en una situación similar a la actual.
Después de la muerte de Alejandro, las frecuentes luchas de poder, la pobreza y
la poca credibilidad de la política y la democracia ateniense conducen a una
situación de desorientación y de miedo al ciudadano de la época.
Epicuro
promueve un concepto de felicidad que consiste en la moderación del placer y el
conocimiento de los límites. En una carta enviada por el maestro a un discípulo
podemos entender la esencia de su pensamiento: “Envíame un tarrito de queso, para que pueda darme un festín de lujo
cuando quiera”.
Un
buen consejo que podemos extraer en esta primera aproximación a Epicuro.
Disfruta con gran intensidad de las pequeñas cosas, pues, en ellas reside tu
felicidad y no te excedas, ya que de este modo, encontrarás la infelicidad.
Epicuro
(2) El argumento filosófico como alivio de la desdicha humana
Epicuro
escribió: “Vacío es el argumento de aquel filósofo que no permite curar ningún
sufrimiento humano. Pues de la misma manera que de nada sirve un arte médico
que no erradique la enfermedad de los cuerpos, tampoco hay utilidad ninguna en
la filosofía si no erradica el sufrimiento del alma”.
Epicuro (3) Todos podemos filosofar
En
la antigüedad era común que un aprendiz escribiese a su maestro, consultándole
sobre sus miedos y preocupaciones. Así, escribir cartas es una buena manera de
emprenderse en esa tarea que busca la filosofía, que es la de la aspiración al
conocimiento y la de despojarnos del miedo y las perturbaciones que se basan en
pensamientos y creencias erróneas. Pero, ¿Quién puede filosofar?
Epicuro,
escribe en la Carta a Meneceo, una serie de indicaciones a Meneceo que le
permitan vivir feliz y sin temores. Le
explica que todos podemos filosofar y que ésta es la forma de alcanzar
la felicidad.
Nadie por ser joven dude en
filosofar ni por ser viejo de filosofar se hastíe. Pues nadie es joven o viejo
para la salud de su alma. El que dice que aún no es edad de filosofar o que la
edad ya pasó es como el que dice que aún no ha llegado o que ya pasó el momento
oportuno para la felicidad. De modo que deben filosofar tanto el joven como el
viejo. Éste para que, aunque viejo, rejuvenezca en bienes por el recuerdo
gozoso del pasado, aquél para que sea joven y viejo a un tiempo por su
impavidez en el futuro. Necesario, es, pues meditar lo que procura la
felicidad, si cuando está presente todo lo tenemos y, cuando nos falta, todo lo
hacemos por poseerla.
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