lunes, 14 de julio de 2014

Epicuro para la vida cotidiana (3ª parte)



Epicuro (7) Los deseos. Si quieres hacer rico a Pitocles, no aumentes sus riquezas sino limita sus deseos.

El hombre sufre por dos motivos principales, por el miedo injustificado y por desear lo que no se debe o que no es necesario. Los deseos que no podemos satisfacer nos producen infelicidad. Piensa sobre algunos deseos que te generan infelicidad como tener un coche de última gama que no puedes adquirir, vivir en una casa que no puedas comprar, desear a alguien que no nos conviene…Estos deseos aunque son naturales se consideran innecesarios y según Epicuro hemos de controlarlos porque pueden hacernos perder el control de nosotros mismos. En cuanto a los deseos no naturales e innecesarios como el deseo de fama e inmortalidad hemos de rechazarlos, porque causan dolor y miseria cuando no pueden conseguirse. 

Hemos de poner límites a nuestros deseos para conseguir la felicidad. La paz del alma se consigue cuando satisfacemos nuestros deseos naturales y no necesitamos nada para completar nuestro bienestar. Los deseos naturales son los que una vez satisfechos proporcionan salud al cuerpo y serenidad al espíritu. Comer y beber cuando se tiene sed y hambre así como la amistad entran dentro de este tipo de deseos.

La mayoría de los hombres se pasa la vida afanándose en alcanzar la riqueza, la fama y placeres que nos generan dependencia. ¿Hasta cuándo vamos a dejar para otro día el ocuparnos de nosotros mismos?





Epicuro (8) La autosuficiencia es la mayor de todas las riquezas.

Nuestra libertad reside en ser autosuficientes, es decir, en reducir al máximo nuestra dependencia del exterior y no depositar en nada exterior a mi, ya sea un bien o una persona, la fuente de mi felicidad.  Para este filósofo  la sociedad es una fábrica de necesidades artificiales de las que somos dependientes. Reivindica el papel del conocimiento para liberarnos de las dependencias, ser indiferentes a los falsos productos que nos venden como generadores de bienestar y vivir conforme a lo que es natural.

Ningún insensato, en efecto, se contenta con lo que tiene, sino que más bien se atormenta por lo que no tiene. Pues así como todos lo que tienen fiebre, por la malignidad de la enfermedad, siempre están sedientos y desean las cosas más perjudiciales, así también los que su alma tienen en mal estado sienten siempre que todo les falta y se precipitan por su avidez en los más diversos deseos”.





Epicuro (9) No necesitamos tanto de la ayuda de nuestros amigos cuanto de la confianza en esa ayuda.

El papel que tiene la amistad en la consecución de la felicidad es esencial. Un buen amigo nos puede hacer la vida más placentera, digna de ser vivida y más humana. Epicuro propone una comunidad universal cuyos miembros sean verdaderos amigos y estén por encima de prejuicios sociales, culturales o de género. Los extranjeros, esclavos y mujeres eran bien aceptados en el Jardín de Epicuro.  La honestidad y la franqueza, el valor de decir la verdad suponían elementos claves para desarrollar buenas relaciones amistosas y suponen una alternativa de las ciudades “políticas”. Únicamente la verdad sobre lo que somos puede ayudarnos a conquistar la felicidad.

"La amistad danza en torno a la tierra y, como un heraldo, anuncia a todos nosotros que despertemos para la felicidad"


 



Epicuro para la vida cotidiana (2ª parte)



Epicuro (4) No temas a la muerte y vive con plenitud el presente.


Seguimos con la carta que Epicuro envía a Meneceo. El filósofo le invita a meditar y a habituarse a pensar según los principios epicúreos. Uno de sus temores es el del miedo a morir. El consejo que el maestro le proporciona lo tenéis más abajo. Te recomiendo que pruebes a leerlo cada día con el objetivo de interiorizarlo y que te ayude a no sentirte turbado por el miedo a morir y a vivir con más plenitud el presente. 


Acostúmbrate a pensar que la muerte nada es para nosotros, porque todo bien y todo mal residen en la sensación y  la muerte es privación de la sensación (…) Así pues, el más terrible de los males, la muerte, nada es para nosotros, porque cuando nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando la muerte está presente, entonces ya no somos nosotros (…) El sabio, por el contrario, ni rehúsa la vida ni le teme a la muerte; pues ni el vivir es para él una carga ni considera que es un mal el no vivir”.



Epicuro (5) Hemos de intentar vivir en el presente y no en el futuro.


 Miedo al futuro, a lo que vendrá, a no alcanzar la felicidad.   Pero la felicidad, como ya hemos visto, consiste precisamente en no tener miedo. Depende única y exclusivamente de nosotros mismos, de ser sabios y conseguirla con un estado de ánimo tranquilo y con muy pocos medios.


"El que menos necesita del mañana es el que avanza con más gusto hacia él."

"El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo."

Sin el peso de un pasado que no se puede remediar, ni la opresión de un futuro que se desconoce y a lo mejor nunca tendrá lugar, el hombre libre afirma el presente, lo goza sin más razón que la de vivirlo y ser consciente de eso.

 
Epicuro (6) miedo al dolor 

Epicuro afirma que el mundo en el que vivimos es un espacio que acarrea dolor tanto físico como espiritual. El hombre aspirar a ser feliz y puede conseguirlo satisfaciendo sus deseos que le proporcionarán placer. El placer es el principio y el fin último de la felicidad. Pero no todos los deseos son buenos, sino sólo los necesarios y naturales. Los que nos proporcionan salud, serenidad y alegría de vivir. Los deseos que nos generen insatisfacción, dependencia e infelicidad no son adecuados y hemos de rechazarlos. Nos recomienda que nos acostumbremos a un modo de vida sencillo y sin lujos porque es bueno para la salud, hace al hombre resistente a las constantes exigencias de la vida y nos otorga un estado de ánimo superior en los momentos excepcionales en que disfrutamos de cosas costosas.

Pero es muy importante recordar que el placer es tan efímero y fugaz que fácilmente puede convertirse en dolor. Es necesario, pues, luchar enérgicamente por cada instante de placer  nos proporcione un instante de plenitud.

Esta vez os propongo un ejercicio: deteneos en un momento del día sintiendo de forma plena el instante. Puede ser una velada agradable con unos amigos, un paseo por la playa, el contacto con la naturaleza, el sol sobre tu rostro, una pieza musical que nos deleite…

Mi instante ha sido éste y ¿el vuestro?